No comprendía la forma de actuar de los demás, no veía razón alguna para las agresiones, pero mejor guardaba silencio porque seguramente ellos tampoco lo entendían. Estaban en un lugar en el que nadie entendía a nadie, en el que nadie razonaba antes de actuar, en el que todos hacían las cosas por impulso, como animales.
No entendía y no era entendido. Daba silencio y también lo recibía por respuesta. Por eso perpetraba palabra por palabra en papel, porque si hablaba las palabras se las llevaría el viento. Pero los animales no pensaban, no leían, no razonaban, sólo actuaban y por eso sabía que nadie entendería sus palabras que mostraban su angustia, su desesperación, su soledad y su tristeza. Ya no encontraba razón para seguir manchando la hoja con lo que para los demás serían jeroglíficos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario