La comedia y la tragedia
Comedia
Tocó la puerta levemente un par de veces. Se acomodó el cuello
clerical y la cruz en el pecho como si estuviera frente a un espejo. Tocó
nuevamente, más insistente. A sus espaldas, quedamente decían que si no querían
no abrirían. En ese momento lo hicieron, una cabeza se asomó detrás del marco
de la puerta y él le dirigió una sonrisa dulce.
—Oh, pequeña oveja descarriada…—soltó con un dejo de ternura.
—Oh, pequeña oveja descarriada… —soltó con un dejo de impaciencia
Era Luzbel vestido de sotana sosteniendo en la mano un tocho de
meticuloso empastado. De una palmada abrió de lleno. Al par de monjas fornidas
sólo les faltaba un arma en el cinto. Lo lanzaron contra la pared y comenzaron
a buscar. El sacerdote se arrodilló a su lado y rezaba por salvar su alma de la
inminente condena.
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